8 de marzo de 2009

La Gran Serie...


Extrañamos al Gordo. Dueño el, de un carácter simple, sin la filigrana verbal que a tontos engaña, con la sinceridad norteña que lo caracterizaba y propietario de una singular alegría que nos contagiaba con su sola presencia, como no lo vamos a extrañar. Del mero manantial carbonífero de Nueva Rosita fue importado sin impuestos por los nigropetences allá en sus años mozos quienes lo quisimos nomas al verlo y el, orgulloso, se dejaba querer. Su espacio no es tan fácil de volver a llenar. No tanto por su volumen que era vasto, sino por lo que representaba en nuestras vidas. El Lic. Rafael Aguirre fue para mí y se que para muchos que lo conocimos, un amigo en toda la extensión de la palabra y al recordarlo hace que se me mesclen sentimientos de tristeza y alegría.

Seria por allá de 1991 cuando de la siguiente anécdota el Gordo fue de los actores principales. Campeones de la Liga de Softbol del Periódico Zócalo habíamos sido en esas fechas representando al equipo Chago´s Bar (patrocinador al que les juro jamás llegue a visitar) ganándole en dos encuentros a la aguerrida escuadra de los Astros del Motel Casablanca con marcadores de 3 a 1 y 2 a 1, hecho que nos lleno de satisfacción lo que motivaba a jugadores y seguidores de nuestro equipo hacernos publicidad de ese logro allende nuestra frontera. Chichi González fue uno de los que desparramaron la noticia de nuestra victoria específicamente en Cd. Frontera Coahuila, cuna de excelentes peloteros y donde Chichi tenía familiares. Hasta alla fuimos invitados cierto domingo a jugar una serie de dos encuentros en su estadio de beisbol.

Para tal evento el Gordo nos citaba a practicar a diario por las tardes ya que el equipo anfitrión de Cd. Frontera estaría bien preparado contando, según Chichi, con los mejores peloteros de esa Ciudad. Nos aseguró que más de uno de esos jugadores habían participado en la Liga Mexicana y que no nos extrañara que se reforzaran con algunos de los que jugaban en alguna la liga de 1ª fuerza de Monclova, por lo que el Lic. Aguirre hizo lo propio invitando a jugadores reconocidos de Piedras Negras e Eagle Pass para que reforzaran nuestro equipo durante esa serie.

Prohibido tomar y desvelarse durante esta semana cab..! nos amenazaba y para supervisar su instrucción él y Junior Salazar hacían un recorrido nocturno por todos los clubes deportivos de Piedras Negras para asegurarse la buena disciplina de sus players. La última estación de su recorrido de supervisión era el Club Atoyac, donde el Gordo y Junior tenían establecido su cuartel general y a donde por medio de orejas, soplones y chismosos le llegaban todos los chismes de nuestro comportamiento, mientras ellos, muy campantes, disfrutaban de los amargos y frios refrescos.

Los jugadores convocados por el Director Técnico de la Selección Sr. Lic. Rafael Sven-Goran Aguirre para tal encuentro fuimos: Chichi González, Gringo Fernández, Homero Herrera, Armando "Cachana" Felan, El Güacamole (QEPD), Manny García, Francisco Galán, Héctor Chávez, Junior Salazar, Renato y un servidor entre otros.

La caravana de vehículos consistiría en… una combi y la pick up de Marcelo donde irían él, Chavez y Galones con su grabadora de negro de hip hop.

Llegado el gran día nos citamos en la Plaza Principal de Piedras Negras y cuando estábamos todos reunidos (foto) nos lanzamos a la aventura. Tomamos la carretera 57 y alla por El Infante las tripas de los viajeros entonaban tristes melodías. Para nuestra sorpresa, el restaurante de ahí estaba cerrado, motivo por el cual casi se nos ruedan las lágrimas. De pronto, un milagro! (le decimos "el milagro del infante"), uno de nuestra porra saco de su maletín un fajo lleno de tacos de frijolitos con chorizo que nos hizo ver la Gloria, que barbaridad. Despues de darle una regañada por no habernos dicho que su señora le habia mandado con lonche, le dimos tramite inmediato y en seco (entiéndase, sin café ni refresco…en seco). Excuso decirles que al Lic. Aguirre le quedaron hinchadas las manos de tanto manazo. Era muy goloso el gordo.

La alegría era desbordante en el interior de la combi. Pasando por Monclova, como coro de iglesia de ejido cantábamos con jovial destreza la cancion“había una vez un barco chiquito…” la misma que cantaban en la película los pequeños gigantes de Monterrey, solo que ellos iban a Williamsport y nosotros a Frontera (poca diferencia, lo sé). La algarabía que traíamos hacia que la gente que circulaba por las aceras nos volteara a ver incrédulos. Se nos cocían las habas para llegar al coloso de Cd. Frontera y enfundarnos en nuestros uniformes para enfrentarnos a la escuadra de esa ciudad. Seguramente serian unos juegos espectaculares llenos de excelentes jugadas.

Después le sigo porque voy a "Le Club"
Nos Vemos...

2 de marzo de 2009

De Ladito m´hijo...


Ese día había comido bastante de todo. Después de la comida, me había atragantado de elote, jícama, naranjas, sandia, melón y pepino, todo con chile. Luego, mas tarde, me fui a jugar beisbol (el rey de los deportes) con los amigos a los campos de Fisher allá por la López Mateos desde donde despues de jugar buena pelota de regreso a casa nos detuvimos a disfrutar de las mejores raspas del universo en el estanquillo de Don Diego. Llegando a casa, después de bañarme me surtí la rutinaria cena consistente en 3 huevos, tocino, frijoles refritos con manteca de puerco, aguacate y tortillas de harina inagotables y un vasote de esos de veladora guadalupana lleno de leche. Antes de irme a la cama me recete una bolsa de “esquites” con una coca mientras veíamos algún programa en la televisión. Pobrecito.

No paso mucho tiempo sin que se hiciera presente el cruel y sorpresivo retorcijón que me hizo lanzar el primer alarido de la noche. Los restantes me acompañaron en un nocturno viacrucis entre la recamara y el baño. La enfermera permanente que teníamos en casa la cual entre otros títulos ostenta el de mamá, sufría y se desvelaba conmigo. A su “conse” le dolía la panza por tragón y era motivo de duelo. Un jarabe que sabia a rayos, unos polvos de empacho y una sobada en la barriga con un ungüento que ya quisieran los jugadores del Atoyac (felicidades por el campeonato suertudos) fue el tratamiento, pero la receta mas significativa y la que mas buenos resultados le daba era la de acostarnos “de ladito” para amortiguar el malestar. “Acuéstate de ladito y se te quita m´hijo” me decía mamá y si vieran que acertada en su diagnostico!

Te dolía la cabeza y te recetaba acostarte de ladito, traías gripe y órale, de ladito, te dolia el dedo gordo del pie, ya estas, de ladito, anda deprimdo m´hijo?, acuestese de ladito. Mis hermanos y yo ya sabíamos lo que nos iba a recetar si antes de irnos a dormir nos sentiamos mal. Más grandecitos Chavo y yo, mamá nos recetaba acostarnos de ladito hasta para amortiguar las crudas. Claro, después de lanzarnos la mirada #3 y darnos unos buenos coscorrones cuando haciamos nuestra sigilosa llegada a la casa a altas horas de la noche.

La receta de mamá ha traspasado generaciones. Se que viene desde mi abuela quien se la recetaba continuamente a “my mom” y a mis tíos allá en El Remolino. Ahora yo la doy a mis hijas cuando traen algún malestar aunque les noto en sus ojos la misma mirada incrédula que yo le lanzaba a mamá cuando hecho nudo por el dolor me la recetaba. Pero de que se nos quitaba el dolor, se nos quitaba. Y si no mírenos, vivitos y coleando.

Estoy pensando patentizarla. No nos vaya a suceder lo que a los Anaya con eso de los Nachos.

Nos vemos…