2 de septiembre de 2025

Cada quien pa’ su santo…

Por: Javier Zacarías 


En nuestro Círculo Social Deportivo Piedras Negras, el dominó no es nomás un juego: es un deporte de alto riesgo… de perder dinero y amigos.

Porque cuando alguien no juega bien, su compañero no se guarda nada: lo surte de regaños como si fuera niño malcriado, y lo hace con esa voz fuerte que se oye en la barra y algunas veces hasta la palapa.

Jugar de compañeros al dominó es una delicia, pero también es un arte. Aquí se juega la honra, el prestigio y hasta la reputación de la colonia donde vives. No basta con tirar la ficha, hay que saber acompañar, sacrificarse, respetar la mano y pensar como pareja. Si fallas, pues ni modo, regularmente pierdes. Pero si además de eso te pones a tirar basura porque estabas más entretenido viendo el marcador de béisbol en la tele, revisando el WhatsApp, chismeando en Facebook o, peor tantito, poniendo mas atención y entrometiéndote en los chismes que se platican en la barra… entonces ya te cargó el payaso.

Ahí es cuando viene el sermón. Y no cualquier sermón, sino de esos que te hacen recordar cuando tu mamá te gritaba desde la puerta: “¡Te estoy hablando, mocoso!”.

Y en medio del silencio de la mesa aparece la voz firme de Juan Maldonado, mi querido roomaid, que sentencia con desprecio:

“¡Cada quien pa’ su santo!”

Con eso basta y sobra. Traducido al lenguaje dominó del Círculo Social: “Eres un compañero inútil, juega tú solo y que Dios te agarre confesado”.

Hay otros “reclamos clásicos” como aquel que decia nuestro socio Jorge Villarreal QEPD y que de muy mal humor por una mala jugada del compañero decia “hacen hablar a un mudo”! Jajajajaja

Lo bueno es que aquí los regaños duran lo que dura una carcajada. Porque después de la queja vienen las risas, los aplausos irónicos, los “¡ándale compadre, riégala otra vez pa’ perder más rápido!” y hasta la promesa de que la revancha se va a jugar con más calma… (aunque todos sabemos que a la segunda cerveza ya nadie se acuerda de la estrategia).

Así es el dominó en nuestro Círculo Social: entre fichas mal tiradas, fuertes golpes  a la mesa, reclamos, gritos, risas y chascarrillos. Un espectáculo donde cada error se cobra con burlas, pero también con cariño. Porque lo cierto es que, al final del día, no se juega por las rayas… se juega por la amistad, por el relajo, y por esas frases inmortales que se quedan retumbando como eco de cantina.

Y la más famosa de todas, la que nunca falta, la que se ha vuelto casi nuestro himno:

“¡Cada quien pa’ su santo!”

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