Has disfrutado últimamente la aventura urbana de hacerte presente en una institución bancaria o eres de los seres afortunados que tienen la dicha de mandar a sus trabajadores a sortear las calamidades de realizar un simple y sencillo tramite en esos lugares?
Ir personalmente a un Banco es todo un evento teatral que no debes perderte. Los actores principales de esta tragicomedia desarrollada en los teatros o “sucursales,” son los gerentes. Esos seres inalcanzables envueltos en un hermético misticismo que cuando salen de sus oficinas para llenarse de pueblo, el cliente y sus subalternos lo siguen con la mirada, añorando tan siquiera un saludo o una sonrisa mientras su majestad altivamente se pasea por los pasillos que forman escritorios sillas y sillones, portando la típica mirada al infinito de donde seguramente pertenecen. A mi me da risa todo eso.
Los actores de reparto llamados comúnmente “ejecutivos de tal o cual cuenta” tampoco curten mal las baquetas. Tienen ellos a su cargo la terrible necesidad de autorizar los trámites más insignificantes y hasta se ven en la necesidad de que algún terrícola ose sentarse frente a ellos para tratarle algún asunto. Esperan con ansia la oportunidad de encumbrarse en la organización, por lo que frecuentemente practican las poses y miradas de sus jefes para que llegándoles el día, no tengan la necesidad de asistir a los curso de actitud gerencial bancaria donde me supongo los capacitan para portar las poses de gran divo. Estos actores tienen horarios y la obligación de pedir permisos hasta para ir al baño.
Abajo en la pirámide de la organización está el resto del reparto. Aquellos que su sufrido trabajo es atender a la prole. Ellos son portadores de otras miradas. La mirada del hastío y el aburrimiento. Pareciera que están hartos de trabajar y ver gente tras gente en las largas colas que se forman en los bancos para que sean atendidos por ellos. Porque será que el personal de ventanilla de los bancos siempre se ven cansados(as)?
Un dia, a alguno de los Dioses del Olimpo Bancario se le ocurrió eliminar las oficinas con el argumento de establecer una politica de “puertas abiertas,” pero es obvio que la decisión se basa en la desconfianza a sus subalternos, ocasionado que ahora cualquier asunto que trates con los “ejecutivos” lo puedan escuchar cualquier persona que este en el interior del Banco y más si los clientes y ejecutivos son dueños de una vocecita de ultratumba. Las llamadas salas de espera, llenas de niños gritones, con sillones sucios y rotos, por lo general están siempre repletas de gente que no tiene porque escuchar lo que uno va a tramitar y más si estas salas están contiguas a los ejecutivos de cuenta. Por más que uno baje la voz para no ser escuchado, es imposible que el publico presente no se dén cuenta del asunto que estamos tratando. Se acabo la privacidad de los tratos bancarios.
La actitud de los cajeros es de imperante relevancia. Algunos de ellos se sienten “la ultima cerveza del estadio” y su trato al cliente, la mayoría de las veces, es con desdén. Parecería que nos están haciendo un favor al atendernos. Muy pocos cajeros te dan los buenos días con una sonrisa y te ofrecen su apoyo inmediato para aligerar la pena del burocrático trámite bancario. Me pregunto si estos empleados han recibido cursos de calidad en el servicio, actitud y trato al cliente. Lo dudo.
Ir personalmente a un Banco es todo un evento teatral que no debes perderte. Los actores principales de esta tragicomedia desarrollada en los teatros o “sucursales,” son los gerentes. Esos seres inalcanzables envueltos en un hermético misticismo que cuando salen de sus oficinas para llenarse de pueblo, el cliente y sus subalternos lo siguen con la mirada, añorando tan siquiera un saludo o una sonrisa mientras su majestad altivamente se pasea por los pasillos que forman escritorios sillas y sillones, portando la típica mirada al infinito de donde seguramente pertenecen. A mi me da risa todo eso.
Los actores de reparto llamados comúnmente “ejecutivos de tal o cual cuenta” tampoco curten mal las baquetas. Tienen ellos a su cargo la terrible necesidad de autorizar los trámites más insignificantes y hasta se ven en la necesidad de que algún terrícola ose sentarse frente a ellos para tratarle algún asunto. Esperan con ansia la oportunidad de encumbrarse en la organización, por lo que frecuentemente practican las poses y miradas de sus jefes para que llegándoles el día, no tengan la necesidad de asistir a los curso de actitud gerencial bancaria donde me supongo los capacitan para portar las poses de gran divo. Estos actores tienen horarios y la obligación de pedir permisos hasta para ir al baño.
Abajo en la pirámide de la organización está el resto del reparto. Aquellos que su sufrido trabajo es atender a la prole. Ellos son portadores de otras miradas. La mirada del hastío y el aburrimiento. Pareciera que están hartos de trabajar y ver gente tras gente en las largas colas que se forman en los bancos para que sean atendidos por ellos. Porque será que el personal de ventanilla de los bancos siempre se ven cansados(as)?
Un dia, a alguno de los Dioses del Olimpo Bancario se le ocurrió eliminar las oficinas con el argumento de establecer una politica de “puertas abiertas,” pero es obvio que la decisión se basa en la desconfianza a sus subalternos, ocasionado que ahora cualquier asunto que trates con los “ejecutivos” lo puedan escuchar cualquier persona que este en el interior del Banco y más si los clientes y ejecutivos son dueños de una vocecita de ultratumba. Las llamadas salas de espera, llenas de niños gritones, con sillones sucios y rotos, por lo general están siempre repletas de gente que no tiene porque escuchar lo que uno va a tramitar y más si estas salas están contiguas a los ejecutivos de cuenta. Por más que uno baje la voz para no ser escuchado, es imposible que el publico presente no se dén cuenta del asunto que estamos tratando. Se acabo la privacidad de los tratos bancarios.
La actitud de los cajeros es de imperante relevancia. Algunos de ellos se sienten “la ultima cerveza del estadio” y su trato al cliente, la mayoría de las veces, es con desdén. Parecería que nos están haciendo un favor al atendernos. Muy pocos cajeros te dan los buenos días con una sonrisa y te ofrecen su apoyo inmediato para aligerar la pena del burocrático trámite bancario. Me pregunto si estos empleados han recibido cursos de calidad en el servicio, actitud y trato al cliente. Lo dudo.
Yo creo que las instituciones bancarias tienen mucho que hacer. En primer lugar el trato a los clientes. Deben de inculcar a sus trabajadores el valor del trato al cliente. Inculcar a cada empleado que al cliente lo deben tratar con amabilidad y respeto y que deben desvivirse por ellos. Después, deben hacer hasta lo imposible por mantener pisos, muebles, cristales, cajeros, puertas, techos, paredes y banquetas extremadamente limpias y sobre todo que funcionen adecuadamente los aires acondicionados. Y por último, eliminar las cajoneras o las oficinas abiertas para que haya privacidad en algunos de los tramites a tratar.
Tengo la fortuna de ser atendido en cierta institución bancaria por un ejecutivo atípico. Parecería no ser de este mundo, porque su atención se centra en hacerme sentir el más importante del universo. Me consta ademas, que trata con el mismo respeto y empeño a cualquier cliente que solicite sus servicios. Por eso, pronostico que muy pronto los Dioses lo subirán al Olimpo y desde allá pueda hacer algo por nosotros los terricolas, mientras tendre que buscar otro de esos seres extraños aqui en la tierra.
Tengo la fortuna de ser atendido en cierta institución bancaria por un ejecutivo atípico. Parecería no ser de este mundo, porque su atención se centra en hacerme sentir el más importante del universo. Me consta ademas, que trata con el mismo respeto y empeño a cualquier cliente que solicite sus servicios. Por eso, pronostico que muy pronto los Dioses lo subirán al Olimpo y desde allá pueda hacer algo por nosotros los terricolas, mientras tendre que buscar otro de esos seres extraños aqui en la tierra.
Nos Vemos…
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