Estamos a unas horas de elegir a nuestro próximo presidente municipal quien se supone estará a nuestro servicio por los próximos cuatro años. Si, leyó usted bien, estará a nuestro servicio. El y todos los regidores, síndicos, directores de área, jefes de departamento, inspectores, auxiliares, secretarias y hasta la policía, estará recibiendo salario y bono por cuatro años para que nos atiendan eficientemente, cumpliendo lo que prometieron en su campaña.
También se supone que con nadie más debe tener compromisos antes que con nosotros. Ni con el gobernador del estado, ni con los diputados federales y locales, ni con las agencias de noticias. Con nadie más que con nosotros.
Sueño guajiro.
Por eso es tan importante que analicemos perfectamente por quien vamos a votar. Tenemos que darnos cuenta que, si nos equivocamos y nos acarrea a las urnas la dolosa publicidad por aquel que las cúpulas de poder necesitan en la silla para seguir mangoneando las decisiones y el poco dinero que nos asignan y que nos queda después de las deudas que acaba de adquirir la administración saliente, vamos a continuar en crisis cuatro años más.
Después de las campañas publicitarias de los candidatos es tiempo de que cada ciudadano haga un análisis detallado de sus pros y contras. Un análisis serio y objetivo en la intimidad de su hogar u oficina. ¿Quién es el más conveniente para manejar los destinos de nuestra ciudad? Un candidato nos ofrece un cambio y el otro nos ofrece seguir creciendo. En el slogan está la clave de sus promesas de campaña.
La experiencia que hasta ahora tenemos nos confirma que la realidad será otra.
El PAN o el PRI no importan. Importan los proyectos, los compromisos honestos con la ciudadanía y la capacidad del individuo para hacer frente a la problemática que vive nuestra ciudad. Importa su conducta, su honradez y la dignidad como ser humano, porque será él quien nos represente a cada uno de nosotros. Importan sus valores como individuo y profesionista porque esos son los que le infundirán valor para tomar las decisiones que afectan a nuestro pueblo.
Los partidos políticos que representan pasan a segundo término. Debemos centrar nuestra decisión en la persona. Quien de los dos es más digno para dirigir nuestro destino como comunidad. Quien tiene menos compromisos que seguramente habrán de empañar su función pública. Quien tiene la experiencia, el valor y las relaciones necesarias para traer inversiones públicas y privadas a nuestra ciudad. Quien está verdaderamente sensibilizado con las clases más desprotegidas, con los grupos sociales que demandan atenciones inmediatas para la cultura, nuestra historia. Quien conoce la problemática y está dispuesto a luchar para conseguir mejores espacios educativos para nuestros jóvenes. Esos y otros aspectos son los que los ciudadanos debemos considerar al seleccionar el candidato a la alcaldía de nuestra querida frontera.
Olvidémonos de colores y centrémonos en la persona, que al final de cuentas será al que se le juzgue su función.
Nos vemos…
También se supone que con nadie más debe tener compromisos antes que con nosotros. Ni con el gobernador del estado, ni con los diputados federales y locales, ni con las agencias de noticias. Con nadie más que con nosotros.
Sueño guajiro.
Por eso es tan importante que analicemos perfectamente por quien vamos a votar. Tenemos que darnos cuenta que, si nos equivocamos y nos acarrea a las urnas la dolosa publicidad por aquel que las cúpulas de poder necesitan en la silla para seguir mangoneando las decisiones y el poco dinero que nos asignan y que nos queda después de las deudas que acaba de adquirir la administración saliente, vamos a continuar en crisis cuatro años más.
Después de las campañas publicitarias de los candidatos es tiempo de que cada ciudadano haga un análisis detallado de sus pros y contras. Un análisis serio y objetivo en la intimidad de su hogar u oficina. ¿Quién es el más conveniente para manejar los destinos de nuestra ciudad? Un candidato nos ofrece un cambio y el otro nos ofrece seguir creciendo. En el slogan está la clave de sus promesas de campaña.
La experiencia que hasta ahora tenemos nos confirma que la realidad será otra.
El PAN o el PRI no importan. Importan los proyectos, los compromisos honestos con la ciudadanía y la capacidad del individuo para hacer frente a la problemática que vive nuestra ciudad. Importa su conducta, su honradez y la dignidad como ser humano, porque será él quien nos represente a cada uno de nosotros. Importan sus valores como individuo y profesionista porque esos son los que le infundirán valor para tomar las decisiones que afectan a nuestro pueblo.
Los partidos políticos que representan pasan a segundo término. Debemos centrar nuestra decisión en la persona. Quien de los dos es más digno para dirigir nuestro destino como comunidad. Quien tiene menos compromisos que seguramente habrán de empañar su función pública. Quien tiene la experiencia, el valor y las relaciones necesarias para traer inversiones públicas y privadas a nuestra ciudad. Quien está verdaderamente sensibilizado con las clases más desprotegidas, con los grupos sociales que demandan atenciones inmediatas para la cultura, nuestra historia. Quien conoce la problemática y está dispuesto a luchar para conseguir mejores espacios educativos para nuestros jóvenes. Esos y otros aspectos son los que los ciudadanos debemos considerar al seleccionar el candidato a la alcaldía de nuestra querida frontera.
Olvidémonos de colores y centrémonos en la persona, que al final de cuentas será al que se le juzgue su función.
Nos vemos…
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