Las gestiones para “rescatar” la calle Zaragoza del centro histórico de Piedras Negras han sido, cuando mucho, simbólicas. Desde hace décadas, autoridades municipales, comités, patronatos y juntas han prometido recuperar este espacio emblemático… pero siempre, curiosamente, se detienen en la calle de Allende. De ahí hacia el sur, comienza otra historia: la del abandono, la simulación y, por qué no decirlo, la complicidad institucional.
Basta con darse una vuelta —eso sí, bajo su propio riesgo si es después de las 8 de la noche— para comprobar en qué se ha convertido este tramo: un lugar que da pena, que decepciona, que avergüenza.
La Zaragoza fue, durante décadas, el corazón comercial de Piedras Negras. Ahí convivían tiendas, panaderías, hoteles, fruterías, restaurantes, estudios fotográficos, agencias aduanales, agencias de autos, escuelas, oficinas, bancos, juzgados y hasta radiodifusoras. Era una calle viva, activa, con identidad propia. Hoy, esa vitalidad ha sido sustituida por edificios semiderruidos, negocios cerrados, abandono, y una zona de tolerancia que opera a la vista de todos… menos de quienes deberían hacer algo al respecto.
La transformación de esta calle no es casual ni espontánea. Es el resultado de años de omisión, de gestiones ineficaces, y en algunos casos, de franco contubernio con quienes lucran con el deterioro urbano y moral de la ciudad. Las denuncias vecinales han sido constantes, pero también ignoradas sistemáticamente. La zona, al caer la noche, se convierte en un corredor de prostitución, sin orden, sin regulación, y sin voluntad de ser atendido por ninguna administración.
No se trata de un fenómeno nuevo. Se ha documentado públicamente en numerosas ocasiones el tipo de actividad nocturna que impera en la zona. ¿Y la respuesta? Ninguna. Más bien, una actitud pasiva, tolerante, e incluso permisiva de parte de los gobiernos municipales. A estas alturas, no es ingenuo pensar que hay intereses que se benefician de mantener el status quo.
Quienes crecimos, estudiamos, trabajamos o vivimos en las cercanías de la calle Zaragoza no podemos evitar sentir vergüenza por lo que se ha permitido. Esta calle no es un simple tramo urbano; es una parte fundamental de la historia y el desarrollo económico de Piedras Negras. Fue el detonante del progreso, el núcleo que ayudó a forjar la ciudad que hoy presumimos. Por eso mismo, duele más verla así: sumida en el descuido, entregada a los vicios, sin rumbo, sin futuro.
Hoy más que nunca, urge una intervención decidida, real y sin simulaciones. Si la actual administración municipal presume de disciplina y firmeza, tiene aquí una oportunidad de demostrarlo. No se trata solo de mejorar la imagen urbana: se trata de recuperar la dignidad de una calle que fue clave para nuestra ciudad.
Erradicar el comercio sexual visible, frenar el deterioro, sancionar a quienes se benefician del caos, y sobre todo, devolverle el sentido histórico y cultural a la calle Zaragoza, debería ser una prioridad.
Porque mientras no se haga algo, esa parte del centro seguirá siendo el oscuro espejo que refleja lo que una ciudad decide ignorar… hasta que es demasiado tarde.
V. Javier Zacarías G.
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