El domingo decidí salir de mi rutina. Me fui al estadio de beisbol a presenciar el juego de campeonato entre las Águilas de Eagle Pass y el Club Trípoli de Piedras Negras, equipos donde participe en mi época de beisbolista y de los cuales guardo gratos recuerdos. Mucha gente se dio cita en el vetusto estadio eternamente “en construcción” desde que Daniel Hernández Medrano decidió construirlo con dineros del sindicato minero de la sección 123 del cual era su secretario general. El estadio localizado precisamente en una de las zonas más activas de nuestra ciudad, jamás fue terminado como tampoco han terminado los problemas legales de propiedad, renta, préstamo o concesión del inmueble. Pero eso es otro tema.
Con una diferencia significativa de carreras, el Club Trípoli coronó una temporada llena de triunfos y armonía entre peloteros, socios y directivos. Sello característico de esa institución que ha sabido traspasarla a las siguientes generaciones para orgullo de sus fundadores. Las Águilas vendieron cara su derrota y no fue hasta las últimas entradas cuando se decidió el encuentro cuando su pitcher inicialista no aguanto la presión de la ofensiva Tripolita. No les daré una reseña deportiva. No es el objetivo de este artículo, sino comentarles el ambiente característico que se vive en el deporte de mis amores y sobre todo el gusto enorme de ver a mis amigos y ex compañeros de equipos en un mismo lugar disfrutando un verdadero espectáculo deportivo familiar.
Las porras de los equipos estaban bien armadas con matracas, trompetas, sirenas, gritonas profesionales y un silbato de ferrocarril que nos hizo sufrir a todos los que asistimos al juego. El día estaba fabuloso para jugar y disfrutar el partido y así me lo hizo notar el Lic. Jesús Mario Flores Farías, quien lideraba la porra del Trípoli en compañía de su padre, nuestro amigo y respetado Chuy Mario, directivos y eternos socios del club. Le hacían segunda mi querido Nene Estrada cómodamente sentado bajo una sombrilla playera. Siempre es un gusto enorme ver al Nene y más cuando lo vemos bien y disfrutando los triunfos de su equipo. Ahí estaba también la Chuta Guzmán y su hijo, Rogelio González, José Ángel González su papa Don Alfredo y sus hijos José Ángel y Julián, Barbosa, los Yamanaka, Lico Maldonado y señora y demás socios que acompañaban al equipo. Abrace a todos los que se dejaron con el sentimiento sincero de una amistad perene llena de recuerdos y glorias pasadas que ese día volvimos a disfrutar juntos.
El sol era abrazador allá por la quinta entrada lo que me obligo a cobijarme en las frescas sombras de los supuestos palcos del estadio. Deje a la porra del Trípoli en su intimidad para ir a felicitar a Enrique “Pilón” Martínez y Gilberto “Pily” Martínez por el reconocimiento que la liga les ofreció por su trayectoria como beisbolistas de nuestra ciudad. Bien merecido lo tienen los hermanos Martínez, ex compañeros míos de trabajo y equipos deportivos donde militamos, ellos de salida y yo de entrada en la actividad deportiva. En el homenaje vimos a la familia de ambos jugadores así como a sus inseparables amigos del Club Atoyac donde pertenecen desde hace muchos años. Los jugadores de los equipos contendientes hicieron una valla saludando de mano a los homenajeados mientras los asistentes aplaudían al Pilon y a la Pily. Un fuerte abrazo a ambos amigos.
Aprovechando el intermedio me dispuse a comer unos tacos sabrosísimos mientras desparramaba la vista para decidir mi próxima sede desde donde disfrutar el juego sin quemarme por el solazo que a esa hora cobijaba el estadio. No batalle mucho. Oscar y Lalo Muñoz tenían acaparado uno de los palcos mas exclusivos del inmueble acompañados por Francisco “Kiko” Castro y de Manuel “Chiva” Valades, quienes de experiencia tienen un rato en las lides beisboleras. Disfrutando el partido mientras contaban sus anécdotas deportivas, criticas sanas de las jugadas que sucedían y los chascarrillos de Kiko nos pasamos un buen rato. El partido ya estaba decidido y eso abrió el espacio para comentarios e historias relacionadas con nuestro deporte predilecto mientras disfrutabamos las jugadas.
Trípoli fue muy superior y resulto campeón. Nada más justo y merecido por los jugadores, socios y directivos de ese club que año con año realizan un gran esfuerzo para mantenerse en los primeros lugares de la liga de beisbol mejor organizada de nuestra frontera. Los jugadores hicieron un gran esfuerzo como todos los años y sobre todo, a mi parecer, sobresalieron en este juego mi querido amigo de la infancia y compañero en aquel equipo infantil de La Voz del Norte José María Cortez, quien bateo nomas de 5-5, los hermanos Chalios Rodríguez que apagaron la ofensiva de las Águilas con su excelente y combinado pitcheo, el Nake Ávila con su experiencia en el bateo y los jardines y el jardinero derecho y segundo bate Augusto Sabido quien desparramo hits y corrió las bases de manera excelente.
Fue un buen domingo lleno de beisbol y de amigos que urge repetir.
Nos vemos….
No hay comentarios.:
Publicar un comentario