31 de julio de 2008

Jogging...


Era jueves y me preparaba para ver un juego de béisbol de mis adorados Red Soxs contra mis odiados Yankees. El platillo deportivo habría de ser de excelente calidad y consideré muy oportuno disfrutarlo con una carnita asada en "Le Club" en compañía de los amigos que fueran llegando al recinto. A fin de adquirir las últimas compras para que la carne asada quedara exquisita, claro, preparada con mi receta ultra secreta, me dirigí al OXXO que esta localizado frente a la Macro Plaza.

Mientras hacia las compras observe mucha asistencia en la Macro de personas corriendo, trotando o simplemente caminando y platicando en compañía de sus amigos. Vi a gente conocida, damas y caballeros que vestidos con las prendas mas ad hoc para la ocasión se ejercitaban dándole vuelta a la concurrida plaza.

Debo reconocer que me dio envidia. Si, lo reconozco ante todos ustedes. Mira que hacer algo para mantener una buena salud mientras yo invertía mi tiempo en cosas muy diferentes al deporte, me causa envidia de la buena. Si, yo que semanalmente me ejercitaba de tres y hasta cuatro días por semana y que permitia que mi cintura se mantuviera en una circunferencia mas aceptable que la que ahora penosamente ostento, es para reconocer que me hace falta el ejercicio. Pero la flojera se ha apoderado de mi llegando para quedarse.
Para calmar mi pasajera depresión me prometí que en el próximo viaje a “Iglepas” compraría mi ajuar deportivo o mínimo sacar del cajón de los triques una camiseta de las Cobras, mis tenis y mis pants viejos a fin de iniciar una estricta rutina de ejercicios.

Pero también déjenme decirles que vi a algunos amigos entrañables trotando y/o caminando por la acera de la Macro a punto del infarto. Me asuste, lo confieso. Oigan pero si parecería que se les iba a salir el corazón, muy coloraditos por el esfuerzo, sude y sude y con la boca seca mientras hacían su jogging tanto que estuve a punto de hablarle al 911 (si porque el 066 no nos atiende, acuérdense). Cuidado “muchachos”, ya no hay refacciones para esos modelos.

Después vi pasar a unas damas. Las reconocí. Si, eran exactamente aquellas a las que había visto yo una tarde anterior en La Casita suministrándose unas suculentas empanadas “mágicas muy mágicas” y una de guayaba (mi favorita) acompañandolas con un inevitable capuchino muy francés. Les juro que hasta pidieron “para llevar” segun ellas "para los muchachos". Corrian, trotaban o caminaban muy concentradas en el ejercicio, con su iPod sin voltear a ver a nadie, pensando, me supuse, en las vueltas que le tenían de dar a la Macro para liquidar la deuda que se tenían ellas mismas por las infames empanadas de la tarde anterior. Siempre habrá saldo contrario cuando va uno a La Casita, pero esos manjares son difíciles de evitar, lo se.

Salí del OXXO muy pensativo. No sabía aún si fue de la preocupación por mis amigos que en cada vuelta los veía más maltrechos o por la cruda moral de mi falta de interés por el ejercicio. Lo analizaría mas tarde, porque en esos precisos momentos, Juanito me esperaba en Le Club con la leña puesta, el tequilita “artesanal” aquel del Dr. Morales y unas XX que cada día Bolo las hace más sabrosas. La carne asada, como se programó, salio bruuuta!, las mollejitas exquisitas, el pico de gallo de primera y las tortillas de harina hasta se esponjaban. Con eso amortigüé la decepción temprana.

Nos vemos….

1 comentario:

Anónimo dijo...

Flaco, ese jueves fué el único día que no fuí al recinto y me perdí la carne asada, ni modo seguiré con las papitas y cacahuates de siempre, como decía Fidel Velazquez, el que se mueve no sale en la FOTO, y yo no salí.
atacaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa