13 de noviembre de 2008

La Fiesta...


El carnero se puso a las brasas desde la una de la tarde. Proyectado estaba cocinarlo “a la griega” para que los invitados lo disfrutaran por allá de las ocho de la noche. Además del platillo principal, la carne asada, las costillas, los frijoles, las salsas, los chilitos piquín, los chiles rellenos de queso envueltos en tocino y los exquisitos machitos (free colesterol) fueron el manjar regional que enmarco el evento. Jorge Villarreal y su gente fueron los responsables de todo lo que sucedió ese sábado 8 de noviembre en las instalaciones del “Le Club”. De nadie mas es la culpa.

El primero que llego al evento fue Pepe Valdez. Se quería quitar el lazo con el argumento de que iba a comprar el regalo para el festejado, pero no se lo permitimos. Hubiera sido un peligro inminente para la comunidad nigropetence que Pepe se atreviera a manejar por las amplias arterias de la ciudad con el loco y desenfrenado afán de regresar al Club y no perderse ningún comentario, ningún chisme. Se le dijo ahí y se le reitera ahora, que del regalo puede hacer entrega durante los siguientes 364 días posteriores a la fiesta, y se le da hasta un día antes del siguiente festejo para que haga entrega, so pena de que se le acumule. Lo siguió Lorenzo, quien llegó a la hora acostumbrada para disfrutar el juego de La Maquina, quienes como es su costumbre, le rindieron malas cuentas en esta temporada que fenece. Tanto le dolió la derrota del equipo de sus amores al buen licenciado, que “se pinto” muy temprano.

El Dr. Bonilla también arribó temprano y aún con el uniforme de dentista. “Pisado por mi y por todos los invitados que traiga” nos dijo con el grito en el cuello. Su intención era otra la cual orgulloso venía a presumir. Anímate Chuy, que la vida es corta y los intereses bajos.

Después llegaron mas invitados. Ángel, Pepe, Chuy, Mando, Lucas, Álvaro, Javier, Adrian, Beto, Carlos, Leo, René, Maco, Juan, Alba, Abraham, Garza Aparicio, Rigo, Riguin, Rolando, Gaby, Siller, Granillo, Canizalez, Alberto y Gustavo, entre otros. No recuerdo la secuencia de las llegadas, pero lo que si estoy seguro es que el orden de los factores no alteró el producto. En nada.

De pronto el ambiente se llenó de música norteña. El "Concurso de Aficionados" dio inicio inmediatamente después de que fueron entonadas “Las Mañanitas” y mientras el timbón cantante del "fara fara" daba cuenta de una de las piernas del carnero, los doctores González y García Reyes deleitaron a la concurrencia con los más recientes éxitos bajo las notas de la guitarra, el acordeón y el bajo sexto.

Ese sábado no podía faltar la “manita” del dominó que se aventaron Abraham, Maco y Jorge bajo los dulces “consejos” de Juan Maldonado. Es por demás Bench, “changos viejos no aprenden maromas nuevas” y lo único que vas a sacar de “rayas” será una ulcera del tamaño de los "ratones" que nos sirvió Jorge. Mejor ponlos a hacer casitas con el dominó, porque de que respeten la mano, repitan la ficha y refrieguen al contrario, no han entendido nada!

Las coplas le dieron alegría a la cantada. El equipo compuesto por Pepe, Roberto, Bonilla, Duran, Siller y Granillo se enfrentaron a guitarrazos contra el de Carlos, Beto, Leo y un servidor una vez que el trío norteño hubo de marcharse. Como es de esperarse, gano el equipo del celebrado y quien no este de acuerdo, ya sabe como le irá el próximo año.

El "arsenal" de bebidas fue variado y muy suficiente como para mandar a dormir al peor de los enemigos para que se despertaran al punto del suicidio. Por la madrugada uno que otro buscó el refugio y amparo de las bancas de la Macroplaza, pero al final Morfeo y Baco llegaron a un acuerdo pacifico y conveniente para ambos, haciendo que los interfectos llegaran a su hogar mas con pena que con gloria.

No podía faltar Juanito. De hecho ninguna fiesta que se organice en “Le Club” estaría completa sin la fina atención de nuestro estimado "barman". Por ahí corre con insistencia el rumor de que será becado por los socios para que tome un curso de cantinero en The Culinary Instuitute of America de NY. Ya estando ahí a ver si aprende como hacer una salsa (de perdida).

De lo que si hubo bastante esa noche, más que comida y bebidas, fue amistad. De ese limpio sentimiento que se fortalece con los abrazos y que se acrecenta con las charlas donde se comparten éxitos y derrotas que vivimos durante el tiempo en que no nos vemos, hubo hasta de sobra. Me llena de orgullo ver a mis amigos juntos y más cuando se conocen y conviven.

Como me hubiera gustado que hubieran estado conmigo Pancho y Lalo. Seguramente me habrían llevado a la fiesta el regalo su amistad. Aquella que me entregaban cada rato cuando estaban con nosotros.


Nos Vemos…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estuvo de lujo todo, pero sobre todo la concurrencia.
Un abrazo compadre Javier de parte de toda la familia y mío en lo personal.

Javier Ortiz