Por Los Caminos del Norte...

Este jueves fui a Saltillo. El viaje de ida lo hice solo, así que tuve la oportunidad de platicar conmigo mismo lo cual no había hecho desde hacia buen rato. Acompañando mis pláticas íntimas los paisajes de los pueblos que evita la carretera 57 eran como un marco de madera vieja a mis recuerdos. Nava, ahora con sus letrotas que saludan a los que esquivamos su plaza, su iglesia y sus casonas viejas y Allende, que lo custodian sus palenques. La carretera 57 ahora esquiva los demas pueblos. Ya no pasa por el centro de Nava, donde los vendedores de semitas se acercaban a nuestros vehículos para ofrecérnoslas. Lejos nos queda ahora Morelos, donde hacíamos hambre para llegar al BoriMex o tomarnos un refresco en la tienda de Don Boni. Ya no pasa por Allende, donde en su plaza caminaban las muchachas bonitas.

Ahora la carretera 57 serpentea para evitar esos poblados que la prisa evita disfrutar. Ahora llegamos de un solo tirón hasta la garita aduanal del Kilometro 52 y de ahí a Monclova. Sí, porque ahora la carretera de cuota Premier, la cual está en deplorables condiciones y aun así te cobran arteramente 80 pesos por sufrirla, evita Nueva Rosita donde disfrutábamos sus famosas aguas gaseosas y le saca la vuelta a Sabinas tierra de buenos amigos.

Aunque es mas cómoda porque es de doble carril, el pacifico transitar por la carretera 57 en el tramo de las Termoeléctricas a Sabinas se ha vuelto una peligrosa aventura con tanto tráiler carbonero. Les recomiendo manejar con precaución y de día. Porque de noche el polvo de carbón tapa prácticamente las líneas laterales de la carretera o simplemente el tráfico, el sol, el tiempo y el desinterés de los responsables de mantenerla en buenas condiciones, las ha borrado.

Absorto en mis pláticas iba ya rumbo a Monclovita la Bella. Ese nombre característico de la Capital del Acero me recordó a Remedios la bella, personaje de la novela de García Márquez "Cien Años de Soledad" donde la belleza de esa niña fue un cautivador mito presumido por los habitantes de Macondo, como lo es para los habitantes de Monclova la belleza de su pueblo. Poco antes pase sin voltear siquiera por la carretera que te lleva a San Jose de Aura y más adelante por la comunidad menonita a quienes a lo lejos con mi pensamiento prometí comprarles unos quesos de regreso. No lo pude cumplir porque mí querida acompañante de regreso y que eternamente ostentará el honroso título de hermana menor, contaba con singular alegría su amplio repertorio de chistes y anécdotas saltillenses que ni cuenta me di cuando pase de nuevo por ahi.

Después de pasar Escobedo y comprar un refresco en su clásica gasolinera, mi siguiente tarea era decidir si para llegar a Saltillo tomaba el periférico y sacarle la vuelta a Monclova, la bella, o aventurarme a cruzar la ciudad. ¿Que hacer? Rápida y mentalmente hice un FODA y el resultado fue cruzar la ciudad.

Como es de suponerse, después de ese análisis de la Planeación Estratégica fue dificil equivocarme. Aproveche para llegar al banco y comer en uno de los múltiples restaurantes que se localizan por la Harold Pepe y hasta tuve la suerte de saludar a unos amigos. Llenito como chinchita subí a mi carro y prendí el A/C a todo lo que daba. Monclovita la Bella, como siempre, se estaba cociendo. Nomas a 45 grados centígrados estaban y pude comprender el porque del permanente ceño fruncido de sus habitantes. No es para menos. Entre polvo y calor debaten su vida.

Como pude salí de Monclova. Ya tienen un año tratando de arreglar el tramo carretero de ahí a Castaños y no han podido, ni querido y ni les apura a las autoridades estatales y monclovenses. Dicen los cuates que saludé que ha habido ya más accidentes durante el tiempo de construcción de la ampliación de ese tramo carretero, que los que habían sucedido antes de que iniciaran los trabajos.

Por fin llegue a la “Y” que separa a los que van del infierno a la Gloria. Aahhh! Un bálsamo de tranquilidad, un respiro para el que sufre, una gota de agua para el sediento. Tomar la carretera de ahí a Saltillo es una gran diferencia a lo vivido horas antes. Los que vamos para Saltillo nos dirigimos rumbo a la Gloria, es un premio a nuestras penas viajeras. Los que van a Monterrey pobrecitos, van al infierno por las mismas causas.

Pues con la novedad de que agarraron a pedradas y destruyeron al oso, que barbaros. No crean ustedes que los coahuilenses no tenemos inadaptados. Claro que los hay y uno que otro hasta con corbatita. Bueno, pues uno de esos inadaptados se tomo el tiempo de destruir el monumento del oso que está en el descanso de La Muralla. Otro tuvo la sana ocurrencia de ponerle un tapabocas por eso de la influenza y de pasada cubrirle su cabeza destruida por los vándalos. Continúe mi camino disfrutando el paisaje de esa zona y hasta tuve la suerte que la lluvia me diera la bienvenida precisamente en la entrada de la histórica Hacienda de Guadalupe y un poco más allá, en Acatita del Bajan, donde cuante la historia que fue aprendido el padre de la independencia Miguel Hidalgo. Ahi otra lluvia me recordó que estaba ya en la Gloria.

¿Que tendrá el cielo de Saltillo que es diferente al de otros lados?. ¿Sera que es diferente porque están más cerquita del cielo? Yo creo que si. Estar en Saltillo te agudiza los sentidos y te brota lo romantico.

Según mis hermanas se estaban asando a 30 grados mientras que acá en Piedras Negras estábamos a 45. Asi son de soflameras. No bien te pones a la sombra y el viento corre fresco y agradable lo que te invita al café y al exquisito pan de pulque característico de la Capital del Estado.

Me encanta Saltillo, sus calles, sus edificios y su gente.... ah y los dulces que venden por la calle Carlos Salazar.

Nos vemos…