Las conferencias matutinas del presidente municipal de Piedras Negras, inspiradas en el modelo federal de comunicación directa con el pueblo, han sido pensadas como un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas. Sin embargo, en la práctica, estas “mañaneras” se han transformado en un verdadero espectáculo, protagonizado no solo por el edil y su equipo, sino por un grupo reducido de periodistas que, lejos de buscar información útil para la ciudadanía, aprovechan el espacio para protagonizar confrontaciones vacías y ataques personales.
Estos comunicadores, más interesados en generar polémica que en informar, han convertido un espacio institucional en una especie de circo mediático. Ya no es raro ver cómo las redes sociales se inundan con extractos editados o sacados de contexto, diseñados no para informar, sino para ridiculizar o desacreditar al presidente municipal. Lo más grave es que esta práctica, cada vez más frecuente, afecta la calidad del diálogo público y entorpece el propósito fundamental de estos encuentros: comunicar avances, decisiones y acciones del gobierno local.
Es preocupante que la ciudadanía, en lugar de concentrarse en los informes de los jefes de departamento o en los temas que afectan directamente a la comunidad, esté cada vez más atenta a las discusiones bizarras y poco sustanciosas entre el alcalde y ciertos representantes de medios. Muchos ya lo ven como entretenimiento, como un espectáculo de confrontación que lejos está de aportar valor a la vida pública de Piedras Negras.
Esto no debería seguir ocurriendo.
El presidente municipal, en su calidad de moderador y figura principal en estas reuniones, tiene la responsabilidad de poner orden. No se trata de censurar a la prensa —un principio que debe ser intocable en cualquier democracia—, pero sí de exigir profesionalismo y respeto por parte de quienes asisten como representantes de medios. La libertad de expresión no puede ser excusa para convertir un acto oficial en un espacio de grilla o revanchismo personal, mucho menos cuando el trasfondo es la molestia de algunos por no haber logrado “acuerdos” con la administración actual.
No sería desmedido que se revise quiénes realmente contribuyen al objetivo de estas conferencias y quiénes simplemente van a provocar, interrumpir y tergiversar. La ciudadanía merece una prensa crítica, sí, pero también ética y comprometida con la verdad. Lo contrario es perjudicial tanto para el gobierno municipal como para el ejercicio periodístico serio.
Hoy muchos ciudadanos están hartos de esos “periodistas del escándalo” que restan seriedad y entorpecen el trabajo de quienes sí buscan respuestas, sí investigan y sí cumplen con su labor social. Urge una reflexión sobre el papel que deben jugar los medios en estas mañaneras: ser puentes entre gobierno y sociedad, no protagonistas del caos.
Javier Zacarías.
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