23 de marzo de 2008

Los Hijos De Mis Amigos

Una de las satisfacciones más grandes de cualquier persona es ver que los hijos de los amigos sean unos buenos muchachos. Me llena de orgullo tener amigos que han triunfado en esa parte de su vida.

Me gusta preguntarles cuales han sido sus estrategias para hacer que los muchachos sean buenos chicos y viendo el brillo de orgullo y satisfacción en sus ojos, me dispongo a prestarles el 100% de atención a lo que me platican.

Debo decirles que las estrategias que he escuchado de todos ellos son muchas y variadas. Como es de suponerse, según del sapo es la pedrada. Pero lo que sí es un hecho, es que el éxito, según he podido constatar, lo basan en el más sano sentimiento universal. El amor.

Otro hecho fundamental e irrefutable es el que todo lo realizan en común acuerdo con su pareja. Es muy difícil que un muchacho nazca, crezca y se reproduzca con éxito, bajo las riendas de solo uno de la pareja. Cuando he constatado el éxito con los hijos de mis amigos, me consta que las riendas de su educación las llevan los dos en la misma dirección. Nunca podrán tener éxito en la vida si uno estira la rienda para un lado y el otro para el otro. Por lógica charra, el penco se encabrita y se hace regiego, bronco, indisciplinado pues.

Estoy plenamente convencido después de escuchar por mucho tiempo a mis amigos que han tenido éxito con sus hijos que a los muchachos:
1. cuando son unos niños, se les instruye.
2. cuando son unos jóvenes, se les dirige
3. y cuando son unos profesionistas y forman su familia, se les aconseja.

Cuando he tenido la oportunidad de ver a los ojos de los hijos de mis amigos siempre encuentro el mismo brillo que identifica a todos los buenos muchachos.

El brillo del respeto.

Fíjense ustedes detenidamente en eso. El muchacho que es bueno y será bueno el resto de su vida respetando a sus padres, hermanos, novia, esposa, adultos y amigos, tiene en sus ojos el brillo del respeto. Ese brillo inexplicable emana de los ojos de los buenos muchachos. Solamente de ellos.

Por eso me gusta platicar con mis verdaderos amigos de sus hijos. Porque cuando ellos son honestos, en sus palabras se nota el orgullo que sienten y eso me nutre.

Que tengan ustedes un feliz día de resurrección.

Nos vemos...

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