No se trata solo del tal Efraín, el tendencioso periodista que ha incomodado a tres administraciones seguidas por no aceptar sus condiciones de entrar en convenios de publicidad —“entre comillas” con ninguno de ellos—.
Ahora ya es un grupo considerable de personas que se creen reporteros quienes, al ver que al alcalde Carlos Jacobo Rodríguez le gana el carácter, están listos para lanzarle preguntas incómodas con el único objetivo de hacerlo perder los estribos.
Las famosas “mañaneras” no han salido en ningún caso como el gobierno de la 4T hubiera querido, ni cuando estaba López Obrador, ni ahora con Claudia Sheinbaum, ni mucho menos con los alcaldes y gobernadores de Morena que intentan imitarlas. Siempre habrá preguntas incómodas, y en el caso de Piedras Negras, cada vez que el alcalde pierde la calma, la prensa lo aprovecha para hacer nota. Y como a mucha gente en redes le encantan esos “chismes políticos”, el alcance y el ruido, son inmediatos.
El último episodio, que ya circula como parodia nacional, ocurrió cuando una pseudo-reportera —con todo menos el perfil de periodista— le preguntó si estaría dispuesto a hacerse un antidoping. Bastaba un “sí, claro, por transparencia y para dar confianza a la ciudadanía” para cerrar el tema con elegancia. Pero no. El alcalde entró en una discusión sin sentido, dándole protagonismo a quien claramente buscaba provocarlo. Resultado: críticas en medios nacionales y otro golpe a su imagen.
Todos los alcaldes y funcionarios de México deberían estar preparados para preguntas incómodas. La prensa es cada vez más incisiva, irreverente y, lamentablemente, en muchos casos, corrupta. Y sí: Carlos Jacobo Rodríguez ha hecho un papel aceptable en siete meses y medio, pero su carácter sigue siendo su talón de Aquiles. Ha tenido roces internos, como el despido de su secretario de gobierno y del médico oficial, así como conflictos con el gerente de SIMAS y hasta con un diputado de coalición con su gobierno. Esto le ha ganado enemigos que no desperdician oportunidad para atacarlo, ya sea en las mañaneras o en las sesiones de cabildo, que a veces parecen más un circo mediático que un órgano de trabajo.
A Carlos Jacobo le restan dos años y cuatro meses de gestión. Si no corrige su carácter y ajusta prioridades, seguirá desgastándose y perdiendo terreno. Hay promesas de campaña que aún no se han cumplido: bacheo, arroyos, nivelación de registros de drenaje, limpieza de la ciudad como la que se tenía en la administración de Claudio Bres… Piedras Negras necesita resultados, no espectáculos.
Las mañaneras, que varios de sus cercanos ya le han sugerido cancelar o modificar, consumen tiempo y energía no solo de él, sino de todo su gabinete. Prepararlas a diario implica un esfuerzo logístico que desvía recursos humanos y atención de lo que realmente importa: trabajar en los proyectos que la ciudad espera. Además, se han convertido en “comida gratis” para reporteros inconformes que saben cómo provocar al alcalde.
Carlos Jacobo es un muchacho de buena familia, con intenciones genuinas de hacer cosas positivas por Piedras Negras y de construir un futuro político. Pero parece que no escucha consejos, o los escucha y no los aplica. Su problema no es la falta de voluntad, sino la forma en que enfrenta la crítica. Si de verdad quiere dejar huella y ser recordado como un buen alcalde, debe aprender a manejar la prensa con inteligencia, enfocar su tiempo en lo prometido y entender que, en política, a veces el silencio y la estrategia valen más que una confrontación pública.
Javier Zacarías
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