10 de julio de 2025

Según el sapo… es la pedrada

La vida, tarde o temprano, nos enseña el camino correcto para transitarla, disfrutarla y también para enfrentarla. 

A veces, de manera dura. 

Algunos interpretan los tropiezos como “castigos divinos”; otros los atribuyen al “destino” y otros más, al “Karma”. Yo prefiero pensar que muchas veces lo que nos devuelve la vida es simplemente consecuencia de nuestros actos.

La forma en que vivimos nuestra juventud marcará nuestros años de vejez. Nuestra actitud en la vida profesional influirá en la tranquilidad con la que vivamos el retiro. El trato que damos a familiares, amigos y colegas, será el mismo que, en el futuro, ellos nos devolverán. Porque el futuro siempre está más cerca de lo que creemos.

No se puede sembrar odio y esperar cosechar afecto. No se puede vivir en el rencor y esperar alegría. Aceptar las consecuencias de nuestros actos es parte de la madurez que a veces llega con dolor, pero siempre con lecciones.

Elegir mal a las personas en quienes confiamos también tiene su costo. 

Una traición de un amigo, de un familiar, no sólo duele en el corazón, sino que puede trastocar incluso nuestra salud emocional y física. Y aunque el tiempo atenúe las heridas, la desilusión suele quedarse como un eco constante.

Frente al daño recibido, hay quienes se derrumban, quienes callan y siguen adelante con dignidad, y también quienes buscan venganza. Pero la venganza, aunque parezca alivio, termina encadenándonos a lo mismo que queremos superar. Alimenta un fuego que consume más de lo que reconforta.

Porque sí, la vida da vueltas y a cada quien le llega su momento. Pero no hace falta ensuciar las manos para que eso suceda. La vida sola, con su manera particular de equilibrar cuentas, pone a cada quien en su lugar. Y en eso hay justicia sin odio, enseñanza sin rencor.

Todos, en algún momento, hemos sido heridos por quienes considerábamos cercanos, por en quienes confiamos. La verdadera pregunta no es por qué lo hicieron, sino cómo sanamos después de eso. Esa respuesta, más que ninguna otra, define quiénes somos.

Hay quienes buscan la venganza porque les reconforta. Si la traición fue leve, un simple desprecio puede bastar. Pero si fue de esas que calan hondo, querrán devolver el golpe con más fuerza de la que recibieron. Como dice el dicho: “según el sapo, es la pedrada”.

Aunque a veces, lo más sabio es no lanzar ninguna piedra… porque hay sapos que solitos se ahogan.

Javier Zacarias

#PiedrasNegrasCoahuila
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